República

Establecimiento de Gobierno

La Asamblea Constituyente de Riobamba, entre agosto y septiembre de 1830, expidió la Primera Carta Magna del Ecuador, que estableció la forma de Estado unitaria, la forma de Gobierno democrática y la separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), así como el voto censitario y la concesión de la nacionalidad a quienes hubieren formado parte de los ejércitos emancipadores. A Flores se le confirmó como presidente constitucional, pero su errada política económica, los privilegios que otorgó a los militares (muchos de ellos nacidos fuera del Ecuador) y la virtual supresión de las libertades públicas le enajenaron simpatías, organizándose la oposición alrededor de la sociedad El Quiteño Libre, el cual era un periódico famoso en esa época. Dispersado el grupo, surgió como rival peligroso Vicente Rocafuerte, hasta el momento en que pactó con Flores y le sustituyó en el mando. Rocafuerte impulsó el desarrollo cultural. Le reemplazó el propio Flores (1839-43), quien trató de seguir en la presidencia, pero en 1845 tuvo que aceptar el destierro a consecuencia de la Revolución Marcista, que estalló en Guayaquil. Desde ese año hasta 1860 la figura más importante fue la del general José María Urbina, quien libertó a los esclavos negros, pero permitió que el ejército acumulara privilegios excesivos. La crisis de 1858-60 acabó con su influjo; debió refugiarse en el Perú, dejando paso a Gabriel García Moreno. Este mandatario trató de organizar el país sobre bases católicas; desatando una dura represión en contra de sus adversarios, ejecutando al mismo tiempo básicas obras viales y de educación y mejorando la hacienda pública. En el año de 1861 se expidió la séptima constitución de la República, misma que eliminó el sufragio censitario. Posteriormente García Moreno fue sucedido por Jerónimo Carrión y Xavier Espinoza. Luego de ello García Moreno asumió un segundo mandato desde 1869 a 1875, fecha en que ganó un tercer período que no pudo ejercer al ser asesinado en 1875. Le sucedió Antonio Borrero
, y a éste el general Ignacio de Veintimilla, quien se distinguió por su autoritarismo personalista, siendo desalojado del poder gracias a la campaña de la Restauración, que unió a conservadores, liberales y progresistas. Fueron estos últimos quienes se hicieron en definitiva con el mando.

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